“Me subo al coche medio exhausta, resoplando porque siento culpa de estar tan cansada, cuando todavía son las 11 de la mañana. Conecto el bluetooth y arranco, mientras le doy al play del audio de una amiga, que me ha regalado 11 minutos de reflexiones. Qué gracia, me digo, un número maestro. Igual luego puedo leer algo al respecto. Mientras, mi amiga habla y me va contando sus últimas novedades, está de baja por stress, pero no duerme nada, me dice que hace de todo pero no consigue nada, que se pasa el día tirada pero que está agotada. Yo niego con la cabeza, porque sé las horas que le echa a su desarrollo personal, la media docena de cursos que compagina y la de vídeos que se pone mientras plancha. Sé la de tiempo que le dedica a su familia de origen, a sus sobrinos y a su tía de la residencia. Y sé, sobre todo, que su cabeza es como la mía: exigencia sin fin, culpa sin descanso. Me sigue explicando que no llega a todo y que se siente fatal por no estar cumpliendo con su empresa… total para nada.
Y entonces llega la frase. Me suelta así, sin anestesia, que sin embargo yo soy su ejemplo, que me envidia por mi eficiencia y que admira que esté acabando mi 2º libro, cuando no ha pasado ni un año desde que publiqué el 1°. Me quedo tan boquiabierta que necesito parar el audio.
Apuro el resto del trayecto hasta la playa en una mezcla confusa de orgullo, agradecimiento y sensación de estafadora. Que dice que admira ¿qué? Pero si yo soy un desastre, no como ella, que es una superwoman…”
(Extracto del capitulo 10 de #benditaculpamanualdeldisfrutón) ➡️ A LA VENTA en Amazon y en librerías seleccionadas.